top of page
Featured Posts

LIBRE IMPORTACIÓN o PROTECCIONISMO: ¿Quién es el ganador?


Cuando mi padre se radica en Barquisimeto, a mediados de los 70, era una ciudad en crecimiento. Para un tachirense nacido en 1929, específicamente del Casadero (Lobatera), de los que tuvieron que vivir –o sufrir- los viajes que duraban tres días enteros desde San Cristóbal a Caracas, esta “metrópoli” era prometedora y la hizo tan suya como su tierra natal. El ha vivido no por relatos sino por vivencias propias todo el progreso del Siglo XX y los inicios del Siglo XXI, y lamenta que su vida esté signada a las dictaduras, constantemente se le oye decir: “nací en una dictadura y quizás moriré en otra dictadura, porque eso es lo que tenemos ahora en Venezuela”.

Su formación en Filosofía, Teología y Psicología, carreras cursadas con honores en Roma, le forjaron una visión humanista, muy importante para el análisis de muchas situaciones pero al momento de abordar algunos principios, ideas o preceptos de economía puede resultar un pequeño problema si se le añade el famoso “antes estábamos bien…” o “éramos felices y no lo sabíamos”, refiriéndose a las cuatro décadas de la “guanábana”.

Nada más falso que esas frases. Ciertamente, imposible de negar, sobre todo para los que vivimos en esa época de ciertas abundancias pero la verdad de todo es que se estaba abonando y fertilizando el terreno para sembrar, arraigar y dejar dar sus frutos a lo que lamentable e inevitablemente sucedió, la llegada de la “Revolución Bolivariana”. ¿Cómo fue posible todo esto?, por muchos factores entre ellos -del que hablaremos- el costo que los gobiernos –verdes y blancos- endosaron a la mayoría de los ciudadanos para favorecer a la minoría de las élites -empresarios y amigos-.

El crecimiento económico en Venezuela en los años 50 fue espectacular. Fuimos país referencia en Latinoamérica –como hoy lo es Chile- pero algo sucedió, ese crecimiento –que aunque fue sostenido y veloz- no llegó a converger en el anhelado desarrollo económico sino que comenzamos a “decrecer”. Muchos economistas y no economistas han escrito sobre las teorías –a veces muy bien fundadas- del porqué de ese fenómeno, todos -aunque quizás no todos lo digan abiertamente- llegan a un punto en común, la falta de libertades económicas plenas.

Llegado a un punto en esa historia, los pactos proteccionistas realizados por los gobiernos de turno comenzaron a hacer mella a esa naciente y pujante economía. En vez de aprovechar ese crecimiento y abrir el mercado a una verdadera y leal competencia, se dedicaron a establecer monopolios gubernamentales –somos muchos los que aun recordamos cuando sólo y exclusivamente existía la CANTV- y políticas proteccionistas por aquello de cuidar lo “hecho en Venezuela”.

Cuando se protege algo o a algunos, indudablemente tendrás que desproteger otra cosa o a otros. Esto es lo que sucede cuando se aplican políticas proteccionistas. Al colocar barreras a las importaciones estás prohibiendo que el ciudadano común –el de a pie- tenga oportunidad de obtener o al menos elegir entre una diversidad de productos, algunos más baratos otros más caros, unos de mayor calidad otros de calidad mucho más baja, etc… por tanto se le viola el derecho a la libertad de elección a ese individuo, lo estás obligando a consumir lo que tú quieres que él consuma. Claro, como en todo juego hay muchísimos perdedores –los ciudadanos comunes- y un o unos –pero poquísimos- ganador(es).

Los verdaderos ganadores de estas políticas son las empresas que se dedican a producir los bienes y servicios protegidos. Las barreras a las importaciones no significan literalmente que se prohiba la entrada de productos del resto del mundo, una tasa o arancel de importación muy elevado de tal manera que se encarezca tanto que al consumidor no le quede opción de elegir –por su capacidad de compra- sino el producto nacional –porque se torna más “barato” en el mercado nacional- es más que suficiente y es lo que en Venezuela siempre ha existido –incluso en la actualidad-.

Ciertamente, antes –de la “Revolución”- se encontraban muchos productos importados, pero tenían un precio “sobre-inflado”. Las personas podían encontrar cerveza importada pero –por los aranceles- terminaban comprando la más económica –la “hecha en Venezuela”-. Se podía importar un vehículo –con la barrera de ser nuevo porque los usados no son permitidos- pero cualquier persona sin conocimiento del asunto sacaba sus cuentas rápidamente que el sólo traerlo costaría hasta tres veces el precio, por tanto era mejor comprar el ensamblado aquí que tenía medida proteccionista de usar un porcentaje de repuestos “hecho en Venezuela” sin importar que salían más costosos –si se adquirían importados sin barreras- y de baja calidad esos repuestos. Podían sintonizar canales diferentes a la señal abierta –RCTV, VV y VTV- pero debían comprar una antena parabólica que su costo excluía a la mayoría de los ciudadanos, por tanto tenías que ver los canales que te obligaban.

Lo preocupante –algunas veces jocoso- del asunto es que muchas personas –tal como un león se resigna a estar enjaulado porque se le olvida o simplemente nunca conoció la libertad- se acostumbraron a esa realidad. Acostumbrados a declamar o a asegurar fervientemente que el producto que ellos compran es “el mejor del mundo” –sin ni siquiera, en la mayoría de los casos, haber probado el producto de otra empresa-. Nos dedicamos –todos sin excepción fuimos obligados a hacerlo- a enriquecer de una manera fácil e inmediata a unos pocos que por cierto, hablan muy fuerte y duro dentro del mercado nacional pero le tiemblan las piernas y se les quita el sueño el sólo pensar que se implemente una reforma constitucional que establezca el derecho inalienable del ciudadano a elegir en un libre mercado los bienes y servicios de su preferencia. Pero esta realidad puede cambiar.

En ocasiones se dice que al proteger al empresariado se protege al pueblo. Es totalmente falso, si proteges al empresario el que asume el costo de ese proteccionismo es el pueblo al cercenarle su derecho de libre elección en un mercado leal y competitivo. Muchos alegan que, gracias a estas políticas se impulsa el empleo, otra falsedad de la escuela mercantilista tan arraigada en la cultura latinoamericana. Los empresarios son necesarios, innegablemente juegan un papel fundamental en la economía de cualquier país, pero no haciendo lo que les venga en gana o lo que con “ayuditas” de políticos corruptos y mal intencionados les permita acrecentar sus fortunas exponencialmente de una manera inmediata.

El empresariado en Venezuela debe cambiar de mentalidad. Ya pasó la época del mercantilismo, ya sufrimos –los ciudadanos comunes- el costo de las políticas malsanas implementadas por los gobiernos populistas, demagógicos y proteccionistas. Quien aprovechó esa época ya es hora de realmente asumir una responsabilidad social –verdadera y no por publicidad-, luchar abierta y sanamente con una competencia leal. Demostrar que si produces piedras lo haces por ser competitivo, si no lo eres simplemente cámbiate de sector o actividad, hay muchas cosas que hacer –casi todo- en Venezuela.

La libertad de importaciones no significa que los productos del resto del mundo estarán exonerados de los impuestos nacionales. Ellos tienen que ser tratados como a los “hecho en Venezuela”, que paguen exclusivamente los mismos impuestos –IVA, impuestos especiales si lo ameritan, etc- tampoco la idea es proteger al resto del mundo, lo que se busca es permitir que el ciudadano tenga una honesta variedad de productos. El producto nacional ya de por sí tiene factores implícitos que lo protegen de los importados –más bajo costo de transporte, identidad y orgullo nacional, entre otros- por tanto tiene que ser el consumidor quien realmente decida cuál comprar.

Para finalizar, en el año de 1972 José Luis Armenteros y Pablo Herreros componen una canción que inmortalizó el cantante Nino Bravo. Libre, tal como tenemos que ser los Venezolanos, probar esa verdadera libertad que siempre nos han negado. Cuando despierte el León y se dé cuenta que el mundo es más grande que ese espacio entre barrotes sólo allí rugirá plenamente y podrá sentir la ansiada libertad y decir “ahora sí somos felices y lo sabemos” porque si no lo sabes es porque no lo eres…

Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Recent Posts
Archive
Search By Tags
No hay tags aún.
Follow Us
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page